Si hay algo que he aprendido en mi trayectoria profesional es que el éxito no se logra solo. Detrás de cada proyecto exitoso, hay un equipo de personas que aportan su talento, su creatividad y su compromiso. Y es que el trabajo en equipo con colaboración y amistad no solo es más eficiente, sino también más divertido.
Cuando empecé como programador, era un novato que creía que podía cambiar el mundo desde mi computadora. Me imaginaba creando páginas web increíbles y apps geniales que podrían hacerme millonario. Pero pronto me di cuenta de que la realidad era más desafiante. Me enfrenté a problemas técnicos, a usuarios exigentes y a plazos ajustados. Y lo más importante: me encontré con una diversidad de personas con las que tenía que trabajar.
En el entorno laboral, hay de todo: desde los que te caen bien, los que te inspiran, los que te enseñan, hasta los que te sacan de quicio, los que te critican, los que te ignoran. Cada uno tiene su personalidad, su forma de pensar, su estilo de trabajar. Y aunque a veces quisiéramos que todos fueran como nosotros, sabemos que eso es imposible. Y tampoco sería bueno. Porque las diferencias, si se saben aprovechar, pueden enriquecer el trabajo y generar mejores resultados.
¿Cómo lo aprendí?
Lo aprendí en mi primer trabajo, el que marcó un antes y un después en mi carrera. Allí conocí a personas increíbles, con las que compartí más que un escritorio. Compartí risas, cafés, chilaquiles, coca-colas, correos, rutinas, rituales, saludos cordiales y hasta «tire varias veces mi Barbie». Sí, así le decíamos a los que se enojaban por cosas que ahora se ven insignificantes. Era nuestra forma de relajarnos y de fortalecer nuestra amistad.

Y es que la colaboración y amistad en el trabajo es algo muy valioso. No solo hace que el día a día sea más agradable, sino que también mejora el rendimiento, la motivación y la satisfacción. Cuando tienes amigos en el trabajo, te sientes más cómodo, más confiado, más comprometido. Te comunicas mejor, resuelves conflictos con más facilidad, aportas más ideas, das más feedback, recibes más reconocimiento. En definitiva, trabajas mejor.
¿La colaboración y amistad se puede dar en todos lados?
Por supuesto que no, no todos los compañeros de trabajo se convierten en amigos. Hay algunos que simplemente no conectan contigo, o que incluso te molestan. Y eso está bien. No se puede caer bien a todo el mundo, ni tampoco se puede forzar una relación. Lo importante es mantener el respeto, la cordialidad y la profesionalidad. Y sobre todo, no dejar que las actitudes negativas de otros afecten tu trabajo o tu ánimo.
Yo siempre he sido apasionado por lo que hago. Me encanta programar, crear e innovar. Y me gusta rodearme de personas que sientan lo mismo. Personas que amen su trabajo, que se esfuercen por hacerlo bien, que se diviertan haciéndolo. Personas que colaboren, que cooperen, que se ayuden. Personas que más que compañeros, sean amigos.
Porque la colaboración y amistad en el trabajo no solo son importantes, sino también necesarias. Son el combustible que nos impulsa a crecer, aprender y mejorar. Son el ingrediente secreto que hace que nuestro trabajo tenga sentido. Y son el regalo que nos llevamos cuando cambiamos de empresa, de proyecto o de carrera.
Así que ya sabes, si quieres tener éxito en tu trabajo, no lo hagas solo. Busca a esas personas que te complementen, que te apoyen, que te hagan feliz. Y trabaja con ellas, aprende de ellas, disfruta con ellas. Porque el trabajo en equipo, cuando se hace con amigos, es la mejor forma de trabajar.
Dedicado a mis grandes amigos: ¡Que no les gusta el Vodka!