Debo admitir que ponerle título a este artículo es un reto, y más porque vamos a hablar de algo que todos tenemos: quejas. Asi que bienvenidos a Quejas: “El Musical” y sí, estoy dispuesto a quejarme de todo lo que sea necesario.
Empecemos por lo obvio: las redes sociales están llenas de quejas. Quejas por malos servicios, programas de TV mediocres, el pésimo trabajo de los gobernantes, el trabajo, los compañeros, los de RH, los reclutadores… ¡todo! Algunas publicaciones incluso disfrazan las quejas como empoderamiento, y nos creemos la mentira.
Pero, ¿realmente sabemos a dónde nos lleva todo esto? El fin de semana pasado vi el show de Carlos Ballarta, el comediante de stand-up, titulado “Rebelde Comodino”, y dijo algo brutalmente cierto: “Los millennials somos la generación más rebelde que ha existido y la más comodina, queremos la solución más sencilla al problema más complicado”. El ejemplo es claro: una sociedad que cree que manifestarse en Twitter (X) o cualquier red social de moda es lo que hará la diferencia.
No estoy en contra de las quejas, al contrario, en algunas ocasiones he sido un buzón de quejas andante. Sin embargo, la pequeña gran diferencia entre una queja constructiva y una que no lo es, está en la intención y el enfoque. No solo se trata de expresar el descontento, hay que aportar soluciones. Hay que dar el primer paso para resolver el problema.
Aquí te dejo algunos consejos para transformar tus quejas en oportunidades de crecimiento personal
1. Se específico y objetivo: Identifica claramente el problema y evita generalizaciones. En lugar de decir «todo está mal», señala qué específicamente necesita mejorar.
Ejemplo: En lugar de decir «mi jefe es terrible», podrías decir «mi jefe no proporciona retroalimentación clara sobre mi desempeño, lo que dificulta mi mejora». Esto no solo aclara el problema, sino que también abre la puerta a una conversación productiva.
2. Propón Soluciones: No te limites a señalar lo que está mal. Ofrece ideas concretas para solucionar el problema. Esto demuestra iniciativa y compromiso.
Ejemplo: Si te quejas de que el equipo de trabajo no se comunica bien, podrías proponer reuniones semanales para alinear objetivos y resolver dudas. Otra opción podría ser implementar una herramienta de comunicación interna más eficiente.
3. Haz una Autocrítica: Reflexiona sobre tu propio papel en la situación. ¿Podrías estar contribuyendo al problema? ¿Qué puedes hacer para mejorar?
Ejemplo: Si te quejas de que los proyectos siempre se retrasan, pregúntate si estás gestionando bien tu tiempo y cumpliendo con tus responsabilidades. Tal vez necesites mejorar tus habilidades de gestión del tiempo o aprender a delegar tareas.
4. Comunica con Empatía: Expresa tus quejas de manera que no ataquen a los demás. Usa un tono constructivo y busca el diálogo.
Ejemplo: En lugar de decir «nadie en este equipo sabe lo que hace», podrías decir «creo que podríamos beneficiarnos de una mejor coordinación y apoyo mutuo». Esto no solo evita conflictos, sino que también fomenta un ambiente de trabajo más colaborativo.
5. Enfócate en el Crecimiento: Ve cada queja como una oportunidad para aprender y crecer. ¿Qué lecciones puedes sacar de la situación? ¿Cómo puedes usar esta experiencia para mejorar en el futuro?
Ejemplo: Si te quejas de que no te ascienden en el trabajo, podrías enfocarte en desarrollar nuevas habilidades y buscar feedback para mejorar tu desempeño. Tal vez necesites tomar cursos adicionales o buscar un mentor que te guíe.
¿Qué más puedo hacer?
Es crucial entender que quejarse sin acción es una forma de incongruencia. Muchas personas se quejan constantemente pero no hacen nada para cambiar su situación. Esto no solo es frustrante para ellos mismos, sino también para quienes los rodean. La queja sin acción es como un barco sin timón: mucho movimiento, pero sin dirección.
Por ejemplo, si siempre te quejas de tu trabajo pero nunca buscas nuevas oportunidades o intentas mejorar tu situación actual, estás atrapado en un ciclo de negatividad. En cambio, si tomas medidas concretas, como actualizar tu currículum, buscar nuevas oportunidades laborales o hablar con tu jefe sobre posibles mejoras, estás tomando el control de tu situación.
Sí, hay que ser analíticos, críticos, expresar nuestras inconformidades, pero también debemos hacer una autocrítica, validar nuestros valores, nuestras acciones y verificar que no seamos parte del problema o incluso el problema.
Transformar nuestras quejas en oportunidades de crecimiento personal no solo mejora nuestra vida, sino también la de quienes nos rodean. ¡Hagamos la diferencia!